Reseña
de poemario “Espinas del amor” de Víctor Terán
Espinas de amor; autor, Víctor Terán; Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes; 2003; 117 páginas.
Escribir poemas de amor es una de las cosas mas
comunes que hay entre los seres humanos; pero hacerlo bien, sin caer en lugares
comunes, dando una nueva perspectiva de un fenómeno tan universal, es muy
complejo.
¿Cuántas perspectivas posibles hay para algo que se
repite de forma cíclica? Es por ello que
emprender la escritura de un poemario amoroso es ambicioso.
Víctor Terán nos regala una perspectiva fresca del
amor en su poemario Ca guichi xtí guendaranaxhii en el titulo en zapoteco o Espinas del amor.
Las letras creadas por los indígenas mexicanos han
tenido poco eco en el ámbito literario nacional y los poemas creados por ellos
no han sido incluidos en las antologías (hasta donde yo sé) de poesía contemporánea
mexicana; esto sin importar que los poemas indígenas tienen un aire nuevo,
fresco.
Terán inició sus publicaciones de poesía con el libro Diidxa´xhiee ñee (Palabras descalzas) en
1986, corriendo la edición a cargo de la Casa de la Cultura de Juchitán.
El poemario que nos ocupa, es considerado ya como una
obra de madurez por Jorge Magariño, el prologuista del libro.
Aunque no existe una división por etapas en este
poemario, se denota muy bien la evolución del amor que canta nuestro poeta.
Desde el primer poema, vemos imágenes poco comunes en
el tema amoroso:
Apenas
ayer.
Apenas
ayer
como
un niño
estrenando
ropa
era
mi amor.
Apenas
ayer
yo
era una campana
que
iba y venía alegremente
llamando
a misa.
Ahora
estoy
como
la joven que entregó su honor
y
no le cumplieron,
como
un sol que terminó de arder,
cuya
ceniza
esparce el viento.
Un niño estrenando ropa, símbolo de la inocencia,
símbolo de los primeros pasos dados en el terreno del amor… El fin, simbolizado
con el astro sin luz, con la negrura que se convierte en ceniza que poco a poco
se desintegra… Se denota la gran importancia del sol para las culturas
indígenas: símbolo de vida, símbolo de amor.
En este poema se respira el origen de su autor.
Su
recuerdo
La
nostalgia me tiene encajado
en
la pared estúpida de esta tarde.
Alguien
en algún lugar hilvana alegrías
bajo
la sombra fresca del amor.
La
tierra es un comal enorme
Puesto
sobre el anafre vivo de Dios.
Saltan
duendes por los caminos candentes
mientras
una perra
lame
compasivamente su vulva y se deja ir hacia el sur.
Consuela
mi alma, aire torpe,
vierte
en mis ojos el sueño mas profundo,
un
sueño denso y alargado como la muerte.
La metáfora de la tierra como anafre, inevitablemente
trae a la mente la imagen de cualquier mujer indígena preparando una tortilla
con sus manos, poniéndola a cocer y con el fuego, creando algo nuevo… es como
si Dios (encarnado en la mujer) fuera una especie de cocinero del destino,
específicamente del destino amoroso, cocinero caprichoso…
Los duendes (elementos presentes en varios mitos
indígenas), junto con la perra, ofrecen una imagen simbólica: la mujer ha
decidido irse y guardar su sexualidad. No hay marcha atrás.
Uno de los poemas más interesantes del libro es el que
se dedica a dar diferentes definiciones de la mujer, hecho ya de por si
indicativo de la enorme pasión del poeta por la amada:
Mujer
La
mujer es un niño que ríe.
Es
una taza humeante de chocolate en tiempo de frío,
es
un cántaro de agua fresca en medio de la faena.
La
mujer es una guitarra llorando de nostalgia,
una
flauta que derrama alegría en una fiesta.
La
mujer es una flor reciente y olorosa,
piedra
que hiere el pecho del hombre
que ama
tontamente.
Es un poema cargado de emociones visuales, sonoras,
olfativas y del gusto.
Que enorme es el consuelo que da al cuerpo y al
paladar una taza de chocolate espumoso durante el frío; ver a un niño reír,
contagia su felicidad, sobre todo cuando son más pequeños; el llanto de la
mujer amada atraviesa dolorosamente el corazón, pero puede tener un ritmo que
raye en el canto o dependiendo de la mujer, puede convertirse en verdadera alma
de la fiesta; mujer recién salida de la ducha, cubierta de perlas de agua, con
el suave aroma que deja la limpieza… Y el poema cierra con el fantasma de la
decepción y del dolor; se ha comparado el dolor amoroso con un cuchillo
ardiente, compararlo con una piedra es mas doloroso aún… no se entierra, se
golpea y deja moretones.
Para concluir esta reseña, cito uno poema breve pero
contundente:
Sólo
uno
Sólo
uno cabe
en
la casa de la soledad.
Templo
justo
donde
acuden a beber el fresco
los
corazones desavenidos.
Santuario
amarillento
abierto
de par en par
de
día y de noche.