lunes, 7 de agosto de 2017

Reseña de poemario "Espinas de amor" de Víctor Terán

Reseña de poemario “Espinas del amor” de Víctor Terán

Espinas de amor; autor, Víctor Terán; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes; 2003; 117 páginas.



Escribir poemas de amor es una de las cosas mas comunes que hay entre los seres humanos; pero hacerlo bien, sin caer en lugares comunes, dando una nueva perspectiva de un fenómeno tan universal, es muy complejo.
¿Cuántas perspectivas posibles hay para algo que se repite de forma cíclica?  Es por ello que emprender la escritura de un poemario amoroso es ambicioso.
Víctor Terán nos regala una perspectiva fresca del amor en su poemario Ca guichi xtí guendaranaxhii  en el titulo en zapoteco o Espinas del amor.
Las letras creadas por los indígenas mexicanos han tenido poco eco en el ámbito literario nacional y los poemas creados por ellos no han sido incluidos en las antologías (hasta donde yo sé) de poesía contemporánea mexicana; esto sin importar que los poemas indígenas tienen un aire nuevo, fresco.
Terán inició sus publicaciones de poesía con el libro Diidxa´xhiee ñee (Palabras descalzas) en 1986, corriendo la edición a cargo de la Casa de la Cultura de Juchitán.
El poemario que nos ocupa, es considerado ya como una obra de madurez por Jorge Magariño, el prologuista del libro.
Aunque no existe una división por etapas en este poemario, se denota muy bien la evolución del amor que canta nuestro poeta.
Desde el primer poema, vemos imágenes poco comunes en el tema amoroso:

Apenas ayer.

Apenas ayer
como un niño
estrenando ropa
era mi amor.

Apenas ayer
yo era una campana
que iba y venía alegremente
llamando a misa.

Ahora estoy
como la joven que entregó su honor
y no le cumplieron,
como un sol que terminó de arder,
cuya ceniza
                  esparce el viento.

Un niño estrenando ropa, símbolo de la inocencia, símbolo de los primeros pasos dados en el terreno del amor… El fin, simbolizado con el astro sin luz, con la negrura que se convierte en ceniza que poco a poco se desintegra… Se denota la gran importancia del sol para las culturas indígenas: símbolo de vida, símbolo de amor.
En este poema se respira el origen de su autor.

Su recuerdo

La nostalgia me tiene encajado
en la pared estúpida de esta tarde.
Alguien en algún lugar hilvana alegrías
bajo la sombra fresca del amor.
La tierra es un comal enorme
Puesto sobre el anafre vivo de Dios.
Saltan duendes por los caminos candentes
mientras una perra
lame compasivamente su vulva y se deja ir hacia el sur.

Consuela mi alma, aire torpe,
vierte en mis ojos el sueño mas profundo,
un sueño denso y alargado como la muerte.

La metáfora de la tierra como anafre, inevitablemente trae a la mente la imagen de cualquier mujer indígena preparando una tortilla con sus manos, poniéndola a cocer y con el fuego, creando algo nuevo… es como si Dios (encarnado en la mujer) fuera una especie de cocinero del destino, específicamente del destino amoroso, cocinero caprichoso…
Los duendes (elementos presentes en varios mitos indígenas), junto con la perra, ofrecen una imagen simbólica: la mujer ha decidido irse y guardar su sexualidad. No hay marcha atrás.

Uno de los poemas más interesantes del libro es el que se dedica a dar diferentes definiciones de la mujer, hecho ya de por si indicativo de la enorme pasión del poeta por la amada:

Mujer

La mujer es un niño que ríe.
Es una taza humeante de chocolate en tiempo de frío,
es un cántaro de agua fresca en medio de la faena.
La mujer es una guitarra llorando de nostalgia,
una flauta que derrama alegría en una fiesta.
La mujer es una flor reciente y olorosa,
piedra que hiere el pecho del hombre
                                    que ama tontamente.

Es un poema cargado de emociones visuales, sonoras, olfativas y del gusto.
Que enorme es el consuelo que da al cuerpo y al paladar una taza de chocolate espumoso durante el frío; ver a un niño reír, contagia su felicidad, sobre todo cuando son más pequeños; el llanto de la mujer amada atraviesa dolorosamente el corazón, pero puede tener un ritmo que raye en el canto o dependiendo de la mujer, puede convertirse en verdadera alma de la fiesta; mujer recién salida de la ducha, cubierta de perlas de agua, con el suave aroma que deja la limpieza… Y el poema cierra con el fantasma de la decepción y del dolor; se ha comparado el dolor amoroso con un cuchillo ardiente, compararlo con una piedra es mas doloroso aún… no se entierra, se golpea y deja moretones.

Para concluir esta reseña, cito uno poema breve pero contundente:

Sólo uno

Sólo uno cabe
en la casa de la soledad.
Templo justo
donde acuden a beber el fresco
los corazones desavenidos.
Santuario amarillento
abierto de par en par
de día y de noche.