jueves, 12 de julio de 2018

Poetisas traducidas por poetisas: Safo-Aurora Luque


Poetisas traducidas por poetisas
Safo-Aurora Luque

καί ποθήω καί μάομαι
Siento deseo y busco con ardor.

Safo

Advertencia:  en los últimos tiempos he visto que en varios círculos la palabra “poetisa” ha sufrido una especie de satanización debido a que sectores machistas la han usado como insulto o forma de denigrar a las mujeres que escriben poemas. El uso por mi parte de la palabra poetisa es porque crecí escuchado la palabra de forma positiva, y creo que más que adoptar (por parte de las mujeres) el término “poeta”, las mujeres deberían usar la palabra “poetisa” con orgullo y redignificarla. Las invito a usarla y a ver que, en su origen, la palabra tenía gran prestigio y era un hermoso distintivo.

La primera vez que leí sobre Safo tenía catorce años. Pasaron 10 años y decidí incursionar en la lectura de la poesía griega antigua: el primer nombre que vino a mi cabeza fue Safo.
Decidí buscar una edición de sus fragmentos… y en ese momento tuve cierto chispazo en mi cabeza: a Safo debía leerla traducida por una mujer.
Como si el destino fuera el que me hubiera mandado aquella idea, al agacharme a revisar la sección de Poesía de la librería “El Sótano”, encontré a Safo (en edición bilingüe) traducida por la poetisa y traductora española Aurora Luque. La edición fue publicada por la editorial Acantilado.




¿Por qué leer a una poetisa traducida por otra poetisa? ¿No es igual si la traduce un poeta?
En mi opinión, no es igual. Y ello por una razón simple: la sensibilidad que trae consigo ser de un sexo o de otro. La forma de ver el mundo de una mujer, de sentirlo, de palparlo, es diferente de un hombre.
He escuchado muchas veces que entre mujeres se entienden mejor. Y por lo mismo, una traducción de la obra de una mujer hecha por otra mujer es, en resumen, una forma de conversación entre ellas. Es el momento de hacerse confidencias, de vibrar en el mismo canal, de reír y llorar casi de la misma manera. En suma, de sentir con la misma piel.
Y todo ello se reflejará en la traducción: el sello femenino impregnará el papel.
….
¿Quién fue Safo? Dejemos que Platón nos responda con un epigrama:

Dicen unos que nueve son las Musas. Qué negligencia.
Que sepan que la décima es Safo la de Lesbos.

Platón Antología Palatina 9,506

Esto es un reflejo de la importancia de esta poetisa griega: la más importante y famosa del mundo grecolatino.
Aurora Luque renuncia a darnos una biografía de Safo (tarea casi imposible, según sus palabras), pero nos presenta todos los testimonios relacionados a esta genial autora y deja en los lectores la tarea de crear una biografía propia.

El lugar del nacimiento de Safo no es seguro: Lesbos, según la Suda; un papiro de Oxirrinco le atribuye de manera indistinta Lesbos o Mitilene. Sobre su fecha de nacimiento tampoco hay nada seguro y se ha propuesto un rango de años que va del año 612 al 609 antes de la era común.
La descripción común en los testimonios es que era morena y de baja estatura. Tuvo una hija llamada Cleis (a la que dedicaría algunos poemas) y estuvo casada con Cércilas.
Se sabe que Safo desarrollo su labor poética en un círculo de amigas. Ella llamaba a su casa “casa de las servidoras de las musas”. Es necesario recordar que la poesía de Safo no era una para la lectura (algo que sería una especie de corrupción futura), sino una poesía para cantar acompañada de una lira. Uno de los testimonios antiguos atribuye a Safo la invención del plectro, el cual da una sonoridad mayor a la lira.
Como es obvio, la única forma de conservar una canción era transcribir su letra y la notación musical; por ello, los filólogos de la Biblioteca de Alejandría conservaron las letras (sin la notación musical) en 9 libros. También se le atribuye la escritura de epigramas, yambos y elegías.
De toda esta producción solo conservamos (para dolor de los que amamos la poesía de Safo) unos poquísimos poemas y fragmentos. En su mayoría fueron conservados a través de citas y, en menor medida, en trozos de papiro.
A pesar de lo mal conservada que está su producción, en esos poemas vemos la gran intensidad del amor que sintió Safo hacia algunas de las compañeras de su círculo, del dolor a flor de piel o de las bellas descripciones con sabor femenino.
El poema más famoso de esta poetisa es el conocido como “Oda a Afrodita”. Escrito en estrofas sáficas (se atribuye a Safo su invención, por eso el nombre), la cuales están conformadas por tres versos endecasílabos y un cuarto verso adónico (cinco sílabas).
Uno de los grandes aciertos de Aurora Luque en este caso es no traducir en endecasílabos sáficos castellanos y buscar un metro más amplio que le permita reflejar mejor en español lo que dice Safo en el idioma original. Para ello hace uso de versos de distintas longitudes (con predominio de alejandrinos), lo que permite un poema en español fluido:

Inmortal Afrodita de polícromo trono,
hija de Zeus que enredas con astucias, te imploro,
no domines con penas y torturas,
soberana, mi pecho;

mas ven aquí, si es que otras veces antes,
cuando llego a tu oído mi voz desde lo lejos,
te pusiste a escuchar y, dejando la casa
de tu padre, viniste

uncido el carro de oro. Veloces te traían
los hermosos gorriones hacia la tierra oscura
con un fuerte batir de alas desde el cielo,
atravesando el éter:

de inmediato llegaron. Tú, feliz,
con la sonrisa abierta en tu rostro inmortal,
preguntabas que sufro nuevamente, y por qué
nuevamente te invoco

y qué anhelo ante todo alcanzar en mi pecho
enloquecido: ¿A quién seduzco ahora
y llevo a tu pasión? ¿Quién es, oh Safo,
la que te perjudica?

Porque si hoy te rehúye, pronto habrá de buscarte;
si regalos no acepta, en cambio los dará,
y si no siente amor, pronto tendrá que amarte
aunque no quiera ella.

Ven a mi también hoy, líbrame de desvelos
rigurosos y todo cuanto anhela
mi corazón cumplir, cúmplelo y sé tú misma
mi aliada en esta lucha.

Desde la primera estrofa vemos que este poema es un himno de petición a Afrodita. La traductora aprovecha algunos de los compuestos que es posible hacer en español y para designar el trono multicolor de la diosa usa la palabra “polícromo”.
El aire que se respira en la traducción es de desesperanza; una de las características de algunos poemas de Safo es precisamente esa y Aurora Luque logra infundir un toque de desesperanza personal que ayuda a dar vida nueva a este poema.
¿A quién acudir si no a la misma diosa del amor para traer de vuelta a un amor perdido? En este poema, Safo revela una comunión con la diosa: ya ha acudido antes a ella y ha recibido su auxilio y una vez más la diosa está dispuesta a brindarle su auxilio. Complicidad femenina.
Una de las características de este poema (y de todo el genio poético de Safo) es la capacidad para contrastar, especialmente los colores: la policromía del trono, el color de los gorriones, la negra tierra, el carro de oro. Inmediatamente vine un contraste más que sugiere esperanza: la sonrisa de Afrodita (que se dibuja blanca en la mente del oyente) como bálsamo para la angustia de Safo.
Uno de los aciertos de la traducción de Aurora Luque es la personalización femenina que hace:

Dicen unos que una tropa de jinetes, otros la infantería
y otros que una escuadra de navíos, sobre la tierra
oscura es lo más bello; mas yo digo
que es lo que una ama.

Este poema es uno de las más hermosos de Safo y es aquí donde Luque se ha separado del resto de traductores. Siempre han traducido el último verso de esta estrofa como “lo que uno ama” “lo que se ama” o “de lo que se está enamorado”.
¿Cómo una mujer cantaría en su círculo de amigas sobre lo que “uno” ama? Aurora le da a su traducción la autenticidad femenina al poner “lo que una ama”, reconocimiento de la feminidad del poema y necesaria para el contraste con lo que los hombres de la época consideraban como lo más bello: la guerra en sus distintas facetas.
Finalmente, después de traer a colación el mito de Helena para explicar como la persona amada es capaz de hacer que pierda la cabeza y atribuir eso a Cipris, viene la parte íntima:

... Porque ahora me has hecho recordar a Anactoria,
que no está junto a mí,
y de ella quisiera contemplar
su andar que inspira amor y el centelleo radiante de su
rostro
antes que los carruajes de los lidios y antes que los
soldados
en pie de guerra.

A diferencia de los poetas griegos que expresan las ganas de sentir un beso de la boca del amado o amada, de acariciar sus muslos o tenerlos desnudos a su lado, nuestra poetisa hace gala de su profunda sensibilidad y delicadeza al anhelar la sublimidad de ver a Anactoria caminando, de ver su mirada o simplemente tenerla a su lado… Nada más embriagante. En estos versos españoles se siente el calor femenino, calor producto de Aurora Luque.
Y esa misma sensibilidad permitió que Safo cantara unos versos de lo más sublimes por su descripción de las sensaciones físicas provocadas por los celos:

Un igual a los dioses me parece
el hombre aquel que frente a ti se sienta,
de cerca y cuando dulcemente hablas
te escucha, y cuando ríes

seductora. Esto—no hay duda—hace
mi corazón volcar dentro del pecho.
Miro hacia ti un instante y de mi voz
ni un hilo ya me acude,

la lengua queda inerte y un sutil
fuego bajo la piel fluye ligero
y con mis ojos nada alcanzo a ver
y zumban mis oídos;

me desborda el sudor, toda me invade
un temblor, y más pálida me vuelvo
que la hierba. No falta—me parece—
mucho para estar muerta.

Estamos ante un poema que es una melodía sumamente armoniosa. Empezando por definir al sujeto que le provoca celos, luego remarca las mismas cosas que hacen que ame a una chica… puesto que ahora le provocan celos. Esa risa y esa dulzura en el hablar ya no son para ella, si no para un hombre que por su hermosura es “un igual a los dioses”.

Luego vienen las reacciones en cadena: adiós a la voz, lengua inmóvil, sensación de ardor debajo de la piel, pérdida de la vista, oídos perturbados, sudor incontrolable, temblor, palidez… y casi la muerte… como si ella fuera provocada por una explosión producto de tantas emociones juntas.

A diferencia de la Oda a Afrodita, este poema es traducido procurando respetar la isosilabia (el mismo número de sílabas en cada verso) del poema original usando el endecasílabo como caballito de batalla. Esto da una sensación sonora similar a la que tuvieron las oyentes de Safo en su momento. Aurora Luque sabe aprovechar la similitud isosilábica de la métrica eolia y española (en este poema) y la usa a su favor para mostrarnos uno de los poemas de amor-dolor más conmovedores de toda la literatura griega.

Y, para despedirnos, uno de los poemas descriptivo-sensoriales más hermosos de Safo.


Ven aquí, hasta mí, desde Creta a este templo
puro donde hay un bosque placentero
de manzanos y altares perfumados
con incienso humeante.

Aquí murmura un agua fresca entre la enramada
de manzanos, procuran los rosales
sombra a todo el recinto; de las hojas, mecidas,
fluye un sueño letárgico.

Aquí verdece un prado donde pacen caballos
con flores de estación. Las brisas soplan
con olores de miel.
Ven aquí, diosa Cipria, y en doradas
copas escancia delicadamente
néctar entremezclado de alegrías.

Los invito a sentir esa brisa de aire con olor a miel por medio de la lectura de esta maravillosa traducción. Traducción hecha por un alma gemela de la gran poetisa de Lesbos.
Hace pocos años se encontró un nuevo poema de Safo. Espero que pronto Aurora Luque nos regale una nueva edición de su traducción con este nuevo poema.
Y, como mencioné, los poemas de Safo son canciones. Dejo dos enlaces de mi canal de YouTube donde podrán escuchar los dos poemas más conocidos de Safo en griego.

https://www.youtube.com/watch?v=jKPb_kf-O90&t=272s

https://www.youtube.com/watch?v=nVD6FMdg_yM





lunes, 7 de agosto de 2017

Reseña de poemario "Espinas de amor" de Víctor Terán

Reseña de poemario “Espinas del amor” de Víctor Terán

Espinas de amor; autor, Víctor Terán; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes; 2003; 117 páginas.



Escribir poemas de amor es una de las cosas mas comunes que hay entre los seres humanos; pero hacerlo bien, sin caer en lugares comunes, dando una nueva perspectiva de un fenómeno tan universal, es muy complejo.
¿Cuántas perspectivas posibles hay para algo que se repite de forma cíclica?  Es por ello que emprender la escritura de un poemario amoroso es ambicioso.
Víctor Terán nos regala una perspectiva fresca del amor en su poemario Ca guichi xtí guendaranaxhii  en el titulo en zapoteco o Espinas del amor.
Las letras creadas por los indígenas mexicanos han tenido poco eco en el ámbito literario nacional y los poemas creados por ellos no han sido incluidos en las antologías (hasta donde yo sé) de poesía contemporánea mexicana; esto sin importar que los poemas indígenas tienen un aire nuevo, fresco.
Terán inició sus publicaciones de poesía con el libro Diidxa´xhiee ñee (Palabras descalzas) en 1986, corriendo la edición a cargo de la Casa de la Cultura de Juchitán.
El poemario que nos ocupa, es considerado ya como una obra de madurez por Jorge Magariño, el prologuista del libro.
Aunque no existe una división por etapas en este poemario, se denota muy bien la evolución del amor que canta nuestro poeta.
Desde el primer poema, vemos imágenes poco comunes en el tema amoroso:

Apenas ayer.

Apenas ayer
como un niño
estrenando ropa
era mi amor.

Apenas ayer
yo era una campana
que iba y venía alegremente
llamando a misa.

Ahora estoy
como la joven que entregó su honor
y no le cumplieron,
como un sol que terminó de arder,
cuya ceniza
                  esparce el viento.

Un niño estrenando ropa, símbolo de la inocencia, símbolo de los primeros pasos dados en el terreno del amor… El fin, simbolizado con el astro sin luz, con la negrura que se convierte en ceniza que poco a poco se desintegra… Se denota la gran importancia del sol para las culturas indígenas: símbolo de vida, símbolo de amor.
En este poema se respira el origen de su autor.

Su recuerdo

La nostalgia me tiene encajado
en la pared estúpida de esta tarde.
Alguien en algún lugar hilvana alegrías
bajo la sombra fresca del amor.
La tierra es un comal enorme
Puesto sobre el anafre vivo de Dios.
Saltan duendes por los caminos candentes
mientras una perra
lame compasivamente su vulva y se deja ir hacia el sur.

Consuela mi alma, aire torpe,
vierte en mis ojos el sueño mas profundo,
un sueño denso y alargado como la muerte.

La metáfora de la tierra como anafre, inevitablemente trae a la mente la imagen de cualquier mujer indígena preparando una tortilla con sus manos, poniéndola a cocer y con el fuego, creando algo nuevo… es como si Dios (encarnado en la mujer) fuera una especie de cocinero del destino, específicamente del destino amoroso, cocinero caprichoso…
Los duendes (elementos presentes en varios mitos indígenas), junto con la perra, ofrecen una imagen simbólica: la mujer ha decidido irse y guardar su sexualidad. No hay marcha atrás.

Uno de los poemas más interesantes del libro es el que se dedica a dar diferentes definiciones de la mujer, hecho ya de por si indicativo de la enorme pasión del poeta por la amada:

Mujer

La mujer es un niño que ríe.
Es una taza humeante de chocolate en tiempo de frío,
es un cántaro de agua fresca en medio de la faena.
La mujer es una guitarra llorando de nostalgia,
una flauta que derrama alegría en una fiesta.
La mujer es una flor reciente y olorosa,
piedra que hiere el pecho del hombre
                                    que ama tontamente.

Es un poema cargado de emociones visuales, sonoras, olfativas y del gusto.
Que enorme es el consuelo que da al cuerpo y al paladar una taza de chocolate espumoso durante el frío; ver a un niño reír, contagia su felicidad, sobre todo cuando son más pequeños; el llanto de la mujer amada atraviesa dolorosamente el corazón, pero puede tener un ritmo que raye en el canto o dependiendo de la mujer, puede convertirse en verdadera alma de la fiesta; mujer recién salida de la ducha, cubierta de perlas de agua, con el suave aroma que deja la limpieza… Y el poema cierra con el fantasma de la decepción y del dolor; se ha comparado el dolor amoroso con un cuchillo ardiente, compararlo con una piedra es mas doloroso aún… no se entierra, se golpea y deja moretones.

Para concluir esta reseña, cito uno poema breve pero contundente:

Sólo uno

Sólo uno cabe
en la casa de la soledad.
Templo justo
donde acuden a beber el fresco
los corazones desavenidos.
Santuario amarillento
abierto de par en par
de día y de noche.





viernes, 28 de julio de 2017

Reseña de libro “La literatura japonesa”

Reseña de libro “La literatura japonesa”

La literatura japonesa; autor, Antonio Cabezas; Ediciones Hiperión, 1990, 246 paginas



La literatura del país del sol naciente es una de las más ricas del mundo. A diferencia de otras literaturas, el acercamiento a esta es relativamente reciente en Occidente, pero aún más en el mundo hispánico, donde a diferencia del mundo anglosajón, no se ha logrado constituir una verdadera corriente académica japonista.
Ni que decir sobre los estudios acerca de la historia de esta literatura; fuera de artículos, sólo contamos con dos libros que buscan sumergirse en la historia literaria japonesa: el Haiku japonés (Historia y traducción) de Fernando Rodríguez Izquierdo y la Historia de la literatura japonesa de Antonio Cabezas García.
Este último es el que me propongo reseñar.
¿Quien fue Antonio Cabezas? Fue un religioso jesuita español que  pidió ser transferido a Japón. Al vivir ahí, primero enseñó a los soldados estadounidenses de ocupación (la segunda guerra mundial había terminado hacia poco) español. Con el tiempo, se enamoraría tanto de la cultura nipona que decidió aprender el japonés. Después, abandonó los hábitos religiosos, se casaría y tendría hijos en el archipiélago japonés; sería cinta negra en karate y catedrático en la Universidad de Tokio.



El interés por la cultura japonesa lo llevaría a realizar diversas traducciones de obras japonesas clásicas y modernas. Algunas de sus traducciones fueron las primeras hechas directamente del japonés.
Después de dos décadas de traducciones, y aun viviendo en Japón (residió en aquel país 30 años) publicó en España su monografía acerca de la literatura japonesa.
En 242 paginas (un libro pequeño para tema tan amplio) Cabezas buscó relatar de forma somera la historia de la literatura japonesa a través de algunas de las obras clave de la misma (Manyoshu, Ise Monogatari, Genji Monogatari) o de algunos de sus autores mas renombrados (Chikamatsu, Takuboku, Míshima) o de algunos géneros en especial (haikú, teatro Noh).
Como Cabezas mismo había traducido algunas de las obras que reseñaba, aprovecha para hacer comentarios sobre su criterio de traducción, para defender su trabajo frente a sus detractores y para justificar sus decisiones.

Las respuestas de Cabezas a sus detractores son a menudo algo virulentas:

De Pablo del Barco me he acordado por que su solución a los problemas de la literatura japonesa me hizo gracia: reunid, señores, un grupo de universitarios japoneses en Lugo, Bilbao, Cáceres o Castellón; siéntense todos sobre tatamis, que pueden pedir prestados a la escuela de judo más próxima: háganse de una edición bilingüe, el texto original y una versión inglesa, que puede ser (como la que recomendaba Pablo del Barco para Takuboku) una que traduzca las tankas como cuartetas con rima en consonante; echen alguna maldición previa contra el maldito celtíbero que se atrevió a trasladar la inefable delicadeza oriental a un castellano de carreteros (o de gitanos, que es peor), y ya está: Takuboku se personará en medio del aquelarre.

Y en las dos paginas siguientes, Cabezas se ocuparía de contestar a todas y cada una de las objeciones planteadas por los críticos de aquél momento; después del desahogo, empieza a hablar propiamente de Takuboku y de su obra.



Takuboku (pseudónimo de Ishikawa Shin-Ichi) es considerado el padre de la poesía moderna japonesa. Contra la creencia común en occidente, poesía japonesa no es sinónimo de haikú. La forma poética por excelencia de Japón es el tanka.
Este poema consiste en una estrofa de cinco versos con 5-7-5-7-7 moras (de manera aproximada se habla de sílabas) que se canta con acompañamiento de flauta o a capella.
Un puñado de arena es el primer libro de tankas de Takuboku, y sería la primera traducción de Cabezas al español.

Montañas del pueblo,
que yo contemplaba
sin decir nada.
Montañas del pueblo,
las gracias les daba.

Sin embargo, estamos hablando de principios del siglo XX. La literatura japonesa se inauguró con el Manyoshu, la primera antología lírica de Japón.
El autor empieza su capitulo sobre esta magna obra con un aserto que busca crear intriga en el lector:



Hoy por hoy, el Manyoshu es más asequible a los españoles que a los japoneses.

A partir de aquí, Cabezas empieza con su explicación: la antología había sido completada en el año 760 de nuestra era y la lengua japonesa de la época había cambiado tanto como el latín macarrónico del español usado por Gabriel García Márquez.
Además de que el sistema de transcripción usado en la época (los kana aun no existían) con los ideogramas chinos, convirtió al Manyoshu en un quebradero de cabeza para generaciones de filólogos japoneses. Para la lectura de esta antología (y esto ya lo digo yo) se requiere de una versión en japonés moderno.
Las razones lingüísticas no son las únicas: las psicológicas son las mas importantes. El japonés de la era del Manyoshu era espontaneo, lloraba por amor… la férrea disciplina impuesta por los sucesivos shógunes durante siglos, harían del japonés un individuo ordenado, reservado para sus sentimientos, mas preocupado por la colectividad. Sin embargo, el japonés del siglo VI, por medio del tanka se expresaba así:

Me valdría más
evaporarme
como el rocío
de las lespedezas,
que penar por amarte

....

Dirán que son largas
las noches de otoño.
Cuando se suelta
un amor hambriento,
¡bien cortas que son!

....

Yo, que no quería
dormir en sus brazos
algunas noches...
No pensé que habría
de quererte tanto.

....

Si, de verte en sueños,
ya no cabe más
lo que te quiero,
¿que será si logro
verte de verdad?

....

Dicen que el querer
se mitiga siempre
con la presencia.
Después del encuentro,
lo que hace es crecer.

...

Una buena parte de estos poemas fueron escritos por gente común y corriente, aunque hubo dos grandes poetas profesionales: Hitomaro no Kakinomoto (considerado el patriarca de la poesía japonesa) y Akahito no Yamabe. Aquí un poema de este último, cuyos tankas paisajisticos son considerados insuperables por Cabezas:

Al pasar miré
la playa de Tago:
puro blancor,
el pico del Fuji
estaba nevado.

Una de las reflexiones más interesantes es la comparación que hace Cabezas con la lírica popular andaluza y las declara como hermanas. Ambas son líricas espontáneas, sin influencias cultas ni literarias e incluso se interpretan de una forma muy similar…




Pasemos al género poético japonés más conocido en Occidente: el haikú.




Según Cabezas, los críticos y analistas han complicado el entendimiento del haikú en su afán de explicarlo. Y pasa a desmontar algunos mitos: la métrica del haikú no es rígida (el mismo Bashó se apartó varias veces del patrón métrico), entro otros. También nos cuenta como surgió el haikú del renga.
Para rematar, ponía un haikú como ejemplo y varias traducciones para comparar, incluida la suya.
El recorrido histórico de Cabezas llega hasta el momento en que el termina de escribir (1988)
Al final de cada capitulo, el autor pone las traducciones que en ese momento estaban disponibles para los lectores.
Hoy, a casi 30 años, el abanico de opciones no ha parado de crecer.
Y releer su monografía es una excelente introducción a la historia de la literatura japonesa.

Manioshu, Un puñado de arena, Cantares de Ise, Jaikus inmortales, Sendas hacia tierras ondas, son algunas de las obras traducidas por Antonio Cabezas.

Termino esta reseña invitando a leer todo su trabajo.

martes, 18 de julio de 2017

Reseña de "Crónica del querer"

Reseña de Crónica del querer (el amor en la copla flamenca y andaluza)

Crónica del querer (el amor en la copla flamenca y andaluza); autor, Balbino Gutiérrez; Ediciones Hiperión, 1996; 156 paginas.



Con bastante frecuencia, se suele olvidar que la esencia de la poesía lírica se encuentra en el canto y no en la lectura. Por la misma razón, en algunos círculos no se considera poesía a la “música” y se crea un binomio casi irrompible, consistente en poesía=libro.




Afortunadamente, Balbino Gutiérrez con su libro Crónica del querer (El amor en la copla flamenca y andaluza) viene a recordarnos que en las canciones que escuchamos está la continuación directa de la poesía lírica más clásica; al decir esto, me refiero a esa poesía que se cantaba acompañada de una lira, una flauta o de otros instrumentos, dependiendo la región del mundo.




La copla flamenca ha sido considerada como la expresión poética por excelencia del pueblo andaluz.
Personas sin ningún tipo de preparación intelectual, cantaron desde el siglo XIX las coplas, creando con ello una de las corrientes de poesía popular más famosas del mundo.
A pesar de eso, en el mundo literario no ha sido valorada de manera adecuada.
Balbino Gutiérrez habla de la poca valoración hacia esta poesía de esta manera:

…y de un tipo de poesía que, a mi juicio, aún no ha sido, salvo de manera excepcional, justamente valorado y reconocido por el gran público, ni por personalidades e instituciones del mundo literario o académico, si no que, por el contrario, resultó objeto durante mucho tiempo de prejuicios arbitrarios e imperdonables agravios.

Todos estos poemas (por que eso es lo que son) nacieron para ser cantados y por eso mismo, el recopilador acudió a la discografía flamenca y en algunas ocasiones, a publicaciones impresas.

El libro dividido en doce capítulos que recogen coplas con los siguientes temas:

1.   piropos y requiebros

2.   declaración y firmeza

3.   plenitud y felicidad

4.   pasión y súplicas

5.   inconstancia, dudas y celos

6.   fatigas de amor

7.   reproches, abandonos y adulterios

8.   rebelión

9.   ausencia y soledades

10.   reconciliación y esperanza

11.   remordimientos

12.   odio


Toda poesía es reflejo de la forma de sentir de la sociedad que la genera; el autor nos indica que el hombre mediterráneo en general y el andaluz en particular tiende a ser posesivo, machista y ama de forma exigente y dominante.
Esa naturaleza se refleja en las coplas, aunque también hay varias muestras de amor puro y generoso.
Una de las características que debe tener un piropo es el ingenio. Aquí un ejemplo:


De rosas, de claveles
Y alhelíes
se te llena la boca
cuando te ríes.

….

Cómo quieres que en las olas
no haya perlas a millares
si en la orillita del mar
te vi llorar una tarde.


Además del ingenio, no falta un piropo bellísimo:

Por las trenzas de tu pelo
un canario se subía,
se paraba en tu frente
y en tu boca bebía
creyendo que era una fuente.

Para declarar amor no faltan las metáforas desesperadas:

Tan imposible lo hallo
de tu querer apartarme
como escribir en el agua,
de una piedra sacar sangre

Cosa curiosa: las coplas que cantan la felicidad son pocas, pero intensas y bellas.

Una noche oscurita
lloviendo estaba,
con la luz de tus ojos
yo me alumbraba.
….

Navegando en los mares
de tu cariño
no hay nada como el viento
de tus suspiros.

Para hablar de nostalgia, una copla es notable:

Diez años después de muerto
la tierra me preguntó
que si te había olvidao,
y yo le dije que no.

Y más notable aún, por su enorme parecido con el inicio de un famoso poema chino de Su Dongpo, de la Dinastía Song:

Diez años ya. Nebulosas brumas
separan al vivo de la muerta.
No es que quiera recordar:
No puedo olvidar…   (Traducción de Guojian Chen)

Hay casi mil años de distancia entre los dos poemas; sin embargo, que la nostalgia se pueda expresar con palabras similares es totalmente increíble. Almas parecidas, sensibilidades parecidas.

Bien lo dicen: en la guerra y en el amor, todo se vale. Esta copla es una muestra:

En un cuartito los dos,
veneno que tu me dieras,
veneno tomaba yo.

Nada dura en esta vida; muchas veces, el amor no escapa de esta ley y los poetas anónimos andaluces no dejaron de expresar el dolor y el odio por la perdida del amor:

A ti te tiene que llegar el día
que llores por mi querer
con un llanto tan profundo
que tengas que aborrecer
a quien más quieras en el mundo.


Con otro te vi pasar
yo no supe lo que sentí,
porque, debiéndote matar,
de rabia rompí a reír
y luego me eché a llorar.

Este poema último es notable por su armónica combinación de contradicciones; reacciones diversas en tan poco tiempo y traducidas en una sola palabra: dolor. Pocos poetas han logrado esta combinación de forma tan sintética

Estos poemas en el papel son como un guión de película sin rodar; sin importar ello, su lectura en voz alta (como mínimo) y su canto solitario o en compañía de alguien, representa el mejor de los homenajes a la voz poética del pueblo. Ediciones Hiperión ha sacado uno de sus libros más hermosos con este volumen.