Poetisas traducidas
por poetisas
Safo-Aurora Luque
καί ποθήω καί μάομαι
Siento deseo y busco con ardor.
Safo
Advertencia: en los últimos tiempos he visto que en varios
círculos la palabra “poetisa” ha sufrido una especie de satanización debido a
que sectores machistas la han usado como insulto o forma de denigrar a las mujeres
que escriben poemas. El uso por mi parte de la palabra poetisa es porque crecí
escuchado la palabra de forma positiva, y creo que más que adoptar (por parte
de las mujeres) el término “poeta”, las mujeres deberían usar la palabra
“poetisa” con orgullo y redignificarla. Las invito a usarla y a ver que, en su
origen, la palabra tenía gran prestigio y era un hermoso distintivo.
La primera vez que leí sobre Safo tenía catorce años.
Pasaron 10 años y decidí incursionar en la lectura de la poesía griega antigua:
el primer nombre que vino a mi cabeza fue Safo.
Decidí buscar una edición de sus fragmentos… y en ese
momento tuve cierto chispazo en mi cabeza: a Safo debía leerla traducida por
una mujer.
Como si el destino fuera el que me hubiera mandado aquella
idea, al agacharme a revisar la sección de Poesía de la librería “El Sótano”,
encontré a Safo (en edición bilingüe) traducida por la poetisa y traductora
española Aurora Luque. La edición fue publicada por la editorial Acantilado.
¿Por qué leer a una poetisa traducida por otra poetisa? ¿No
es igual si la traduce un poeta?
En mi opinión, no es igual. Y ello por una razón simple: la
sensibilidad que trae consigo ser de un sexo o de otro. La forma de ver el
mundo de una mujer, de sentirlo, de palparlo, es diferente de un hombre.
He escuchado muchas veces que entre mujeres se entienden
mejor. Y por lo mismo, una traducción de la obra de una mujer hecha por otra
mujer es, en resumen, una forma de conversación entre ellas. Es el momento de
hacerse confidencias, de vibrar en el mismo canal, de reír y llorar casi de la
misma manera. En suma, de sentir con la misma piel.
Y todo ello se reflejará en la traducción: el sello femenino
impregnará el papel.
….
¿Quién fue Safo? Dejemos que Platón nos responda con un
epigrama:
Dicen
unos que nueve son las Musas. Qué negligencia.
Que
sepan que la décima es Safo la de Lesbos.
Platón Antología Palatina 9,506
Esto es un reflejo de la importancia de esta poetisa
griega: la más importante y famosa del mundo grecolatino.
Aurora Luque renuncia a darnos una biografía de Safo
(tarea casi imposible, según sus palabras), pero nos presenta todos los
testimonios relacionados a esta genial autora y deja en los lectores la tarea
de crear una biografía propia.
El lugar del nacimiento de Safo no es seguro: Lesbos, según
la Suda; un papiro de Oxirrinco le atribuye de manera indistinta Lesbos o
Mitilene. Sobre su fecha de nacimiento tampoco hay nada seguro y se ha
propuesto un rango de años que va del año 612 al 609 antes de la era común.
La descripción común en los testimonios es que era morena y
de baja estatura. Tuvo una hija llamada Cleis (a la que dedicaría algunos
poemas) y estuvo casada con Cércilas.
Se sabe que Safo desarrollo su labor poética en un círculo
de amigas. Ella llamaba a su casa “casa de las servidoras de las musas”. Es
necesario recordar que la poesía de Safo no era una para la lectura (algo que
sería una especie de corrupción futura), sino una poesía para cantar acompañada
de una lira. Uno de los testimonios antiguos atribuye a Safo la invención del
plectro, el cual da una sonoridad mayor a la lira.
Como es obvio, la única forma de conservar una canción era
transcribir su letra y la notación musical; por ello, los filólogos de la
Biblioteca de Alejandría conservaron las letras (sin la notación musical) en 9
libros. También se le atribuye la escritura de epigramas, yambos y elegías.
De toda esta producción solo conservamos (para dolor de los
que amamos la poesía de Safo) unos poquísimos poemas y fragmentos. En su mayoría fueron conservados a través de
citas y, en menor medida, en trozos de papiro.
A pesar de lo mal conservada que está su producción, en esos
poemas vemos la gran intensidad del amor que sintió Safo hacia algunas de las
compañeras de su círculo, del dolor a flor de piel o de las bellas descripciones
con sabor femenino.
El poema más famoso de esta poetisa es el conocido como “Oda
a Afrodita”. Escrito en estrofas sáficas (se atribuye a Safo su invención, por
eso el nombre), la cuales están conformadas por tres versos endecasílabos y un
cuarto verso adónico (cinco sílabas).
Uno de los grandes aciertos de Aurora Luque en este caso es
no traducir en endecasílabos sáficos castellanos y buscar un metro más amplio
que le permita reflejar mejor en español lo que dice Safo en el idioma
original. Para ello hace uso de versos de distintas longitudes (con predominio
de alejandrinos), lo que permite un poema en español fluido:
Inmortal Afrodita de polícromo trono,
hija de Zeus que enredas con astucias, te
imploro,
no domines con penas y torturas,
soberana, mi pecho;
mas ven aquí, si es que otras veces antes,
cuando llego a tu oído mi voz desde lo lejos,
te pusiste a escuchar y, dejando la casa
de tu padre, viniste
uncido el carro de oro. Veloces te traían
los hermosos gorriones hacia la tierra oscura
con un fuerte batir de alas desde el cielo,
atravesando el éter:
de inmediato llegaron. Tú, feliz,
con la sonrisa abierta en tu rostro inmortal,
preguntabas que sufro nuevamente, y por qué
nuevamente te invoco
y qué anhelo ante todo alcanzar en mi pecho
enloquecido: ¿A quién seduzco ahora
y llevo a tu pasión? ¿Quién es, oh Safo,
la que te perjudica?
Porque si hoy te rehúye, pronto habrá de
buscarte;
si regalos no acepta, en cambio los dará,
y si no siente amor, pronto tendrá que amarte
aunque no quiera ella.
Ven a mi también hoy, líbrame de desvelos
rigurosos y todo cuanto anhela
mi corazón cumplir, cúmplelo y sé tú misma
mi aliada en esta lucha.
Desde la primera estrofa vemos que este
poema es un himno de petición a Afrodita. La traductora aprovecha algunos de
los compuestos que es posible hacer en español y para designar el trono
multicolor de la diosa usa la palabra “polícromo”.
El aire que se respira en la traducción
es de desesperanza; una de las características de algunos poemas de Safo es
precisamente esa y Aurora Luque logra infundir un toque de desesperanza
personal que ayuda a dar vida nueva a este poema.
¿A quién acudir si no a la misma diosa
del amor para traer de vuelta a un amor perdido? En este poema, Safo revela una
comunión con la diosa: ya ha acudido antes a ella y ha recibido su auxilio y
una vez más la diosa está dispuesta a brindarle su auxilio. Complicidad
femenina.
Una de las características de este
poema (y de todo el genio poético de Safo) es la capacidad para contrastar,
especialmente los colores: la policromía del trono, el color de los gorriones,
la negra tierra, el carro de oro. Inmediatamente vine un contraste más que
sugiere esperanza: la sonrisa de Afrodita (que se dibuja blanca en la mente del
oyente) como bálsamo para la angustia de Safo.
Uno de los aciertos de la traducción de
Aurora Luque es la personalización femenina que hace:
Dicen unos que una tropa de jinetes, otros la
infantería
y otros que una escuadra de navíos, sobre la
tierra
oscura es lo más bello; mas yo digo
que es lo que una ama.
Este poema es uno de las más hermosos de Safo y es aquí
donde Luque se ha separado del resto de traductores. Siempre han traducido el
último verso de esta estrofa como “lo que uno ama” “lo que se ama” o “de lo que
se está enamorado”.
¿Cómo una mujer cantaría en su círculo de amigas sobre lo
que “uno” ama? Aurora le da a su traducción la autenticidad femenina al poner
“lo que una ama”, reconocimiento de la feminidad del poema y necesaria para el
contraste con lo que los hombres de la época consideraban como lo más bello: la
guerra en sus distintas facetas.
Finalmente, después de traer a colación el mito de Helena
para explicar como la persona amada es capaz de hacer que pierda la cabeza y
atribuir eso a Cipris, viene la parte íntima:
... Porque ahora me has hecho recordar a
Anactoria,
que no está junto a mí,
y de ella quisiera contemplar
su andar que inspira amor y el centelleo
radiante de su
rostro
antes que los carruajes de los lidios y antes
que los
soldados
en pie de guerra.
A diferencia de los poetas griegos que expresan las ganas de
sentir un beso de la boca del amado o amada, de acariciar sus muslos o tenerlos
desnudos a su lado, nuestra poetisa hace gala de su profunda sensibilidad y
delicadeza al anhelar la sublimidad de ver a Anactoria caminando, de ver su
mirada o simplemente tenerla a su lado… Nada más embriagante. En estos versos
españoles se siente el calor femenino, calor producto de Aurora Luque.
Y esa misma sensibilidad permitió que Safo cantara unos versos de
lo más sublimes por su descripción de las sensaciones físicas provocadas por
los celos:
Un igual a los dioses
me parece
el hombre aquel que
frente a ti se sienta,
de cerca y cuando
dulcemente hablas
te escucha, y cuando
ríes
seductora. Esto—no hay
duda—hace
mi corazón volcar
dentro del pecho.
Miro hacia ti un
instante y de mi voz
ni un hilo ya me acude,
la lengua queda inerte
y un sutil
fuego bajo la piel
fluye ligero
y con mis ojos nada
alcanzo a ver
y zumban mis oídos;
me desborda el sudor,
toda me invade
un temblor, y más
pálida me vuelvo
que la hierba. No
falta—me parece—
mucho para estar
muerta.
Estamos ante un poema que es una melodía sumamente armoniosa.
Empezando por definir al sujeto que le provoca celos, luego remarca las mismas
cosas que hacen que ame a una chica… puesto que ahora le provocan celos. Esa
risa y esa dulzura en el hablar ya no son para ella, si no para un hombre que
por su hermosura es “un igual a los dioses”.
Luego vienen las reacciones en cadena: adiós a la voz, lengua
inmóvil, sensación de ardor debajo de la piel, pérdida de la vista, oídos
perturbados, sudor incontrolable, temblor, palidez… y casi la muerte… como si
ella fuera provocada por una explosión producto de tantas emociones juntas.
A diferencia de la Oda a Afrodita, este poema es traducido
procurando respetar la isosilabia (el mismo número de sílabas en cada verso)
del poema original usando el endecasílabo como caballito de batalla. Esto da
una sensación sonora similar a la que tuvieron las oyentes de Safo en su
momento. Aurora Luque sabe aprovechar la similitud isosilábica de la métrica
eolia y española (en este poema) y la usa a su favor para mostrarnos uno de los
poemas de amor-dolor más conmovedores de toda la literatura griega.
Y, para despedirnos, uno de los poemas descriptivo-sensoriales más
hermosos de Safo.
Ven aquí, hasta mí, desde Creta a este templo
puro donde hay un bosque placentero
de manzanos y altares perfumados
con incienso humeante.
Aquí murmura un agua fresca entre la enramada
de manzanos, procuran los rosales
sombra a todo el recinto; de las hojas,
mecidas,
fluye un sueño letárgico.
Aquí verdece un prado donde pacen caballos
con flores de estación. Las brisas soplan
con olores de miel.
…
Ven aquí, diosa Cipria, y en doradas
copas escancia delicadamente
néctar entremezclado de alegrías.
Los invito a sentir esa brisa de aire con olor a miel por medio de
la lectura de esta maravillosa traducción. Traducción hecha por un alma gemela
de la gran poetisa de Lesbos.
Hace pocos años se encontró un nuevo poema de Safo. Espero que pronto Aurora Luque nos regale una nueva edición de su traducción con este nuevo poema.
Y, como mencioné, los poemas de Safo son canciones. Dejo dos
enlaces de mi canal de YouTube donde podrán escuchar los dos poemas más
conocidos de Safo en griego.
https://www.youtube.com/watch?v=jKPb_kf-O90&t=272s
https://www.youtube.com/watch?v=nVD6FMdg_yM
https://www.youtube.com/watch?v=jKPb_kf-O90&t=272s
https://www.youtube.com/watch?v=nVD6FMdg_yM