miércoles, 12 de julio de 2017

Reseña de "Un día... poemas sintéticos"

Reseña de “Un día (poemas sintéticos)”

Un día… (Poemas sintéticos); autor, José Juan Tablada; Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 2008; 104 paginas; edición facsimilar.



Hay libros que marcan el inicio de una era en la literatura de alguna lengua o de un país. Estamos ante uno de estos libros; José Juan Tablada publicó en Caracas en 1919 el libro Un día (poemas sintéticos) que lo convertirían en el introductor de uno de los géneros poéticos japoneses más famosos: el haikú
Tablada tenía un estilo ya consolidado antes de incursionar en el terreno del haikú. Un buen día (en una publicación sobre poetas jóvenes) recibió una crítica que resultaría decisiva en su camino: su poesía era muy retórica.
El principio del siglo XX era tiempo de renovación poética; las vanguardias estaban haciendo lo suyo y varias corrientes buscaron experimentar nuevos caminos. Algunos poetas modernistas y vanguardistas estaban acercándose al oriente en busca de nuevas formas; Japón había abierto sus fronteras recientemente buscando reformar todo su sistema nacional y con ello, el intercambio cultural iniciaría. Los poetas japoneses (que buscaban renovar su poesía) quedaron sorprendidos de la variedad poética occidental y los poetas de occidente quedaron encantados con la concisión y sencillez de la poesía japonesa.
Tablada mismo quedó prendado de esa sencillez, y aunado a su propia forma de ser, puesto que era dado a la contemplación de la naturaleza, coleccionaba insectos y practicaba la pintura, fue encaminándose a la práctica de esa nueva forma, tan corta y extraña para los occidentales; esa forma que se reduce a una estampa de un instante y que Matsuo Bashoo describiría como “haikú es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este momento”.
¿Qué mejor forma de combatir la retórica que un género que se reducía a tres versos con una medida de 5-7-5?
La edición de Un día, venía acompañada de ilustraciones del propio Tablada; no denominó a sus pequeños poemas como haikú si no como “poemas sintéticos” en una especie de advertencia sobre que la verborrea había sido desterrada.
200 ejemplares vieron la luz en aquél 1919. Tablada no se ciñó a la métrica tradicional del haikú, pero si conservó los tres versos clásicos e incluyó una novedad: la rima asonante del primer con el tercer verso.
El libro está dividido en cuatro secciones: la mañana, la tarde, el crepúsculo y la noche.


Arte con tu áureo alfiler
Las mariposas del instante
Quise clavar en el papel;

En breve verso hacer lucir,
Como en la gota de rocío,
Todas las rosas del jardín;

A la planta y el árbol
Guardar en estas páginas
Como las flores del herbario…

Así resumía Tablada su intención en este prólogo poético.

Y tal como empieza el día, primero la mañana; los poemas (al contrario del haikú japonés) tienen un titulo que resulta como una especie de respuesta a una adivinanza:

La pajarera

Distintos cantos a la vez;
La pajarera musical
Es una torre de babel



Curiosa la metáfora bíblica para expresar el distinto canto de las aves, pero que a un lector familiarizado con la Biblia le traerá un sinfín de sensaciones e imágenes.

Las abejas

Sin cesar gotea
Miel el colmenar;
Cada gota es una abeja…



La sensación de metamorfosis visual es increíble: una gotita de miel, de pronto, se convierte en una abeja que hace tssss…

El bambú

Cohete de larga vara
El bambú apenas sube se doblega
En lluvia de menudas esmeraldas.



La capacidad visual de Tablada se muestra en este haikú: cohete lleno de menudas esmeraldas, bambú mojado por la lluvia. ¡Qué maravilloso contraste el del verde bambú con las gotas cristalinas!

El caballo del diablo

Caballo del diablo:
Clavo de vidrio
Con alas de talco




Este haikú es curioso por que trae a la mente una anécdota protagonizada por Bashoo:

Cierto día Bashoo y Kikaku iban andando por los campos, y se quedaron mirando a las libélulas que revoloteaban por el aire. El discípulo compuso en ese momento un haikú:

¡Libélulas rojas!
Quítales las alas
Y serán vainas de pimienta.

A esto objetó el maestro: “No. De ese modo has matado a la libélula. Di más bien:

¡Vainas de pimienta!
Añádeles alas
y serán libélulas”

Historia del Haikú, Fernando Rodríguez Izquierdo.

Con todo, según Seiko Ota (estudiosa japonesa del haikú tabladiano), el mejor haikú de nuestro autor y el que más se acerca a la naturaleza del mismo es el siguiente:

Los sapos

Trozos de barro,
Por la senda en penumbra
Saltan los sapos



La mejor técnica pictórica de Tablada se ve reflejada aquí. El barro cobra vida en los sapos y salta... y es en este haikú donde Tablada hace uso de un lenguaje más simple.
Tablada deseaba combatir la retórica por medio del haikú; sin embargo, el uso del lenguaje figurado lo alejó de la esencia japonesa del haikú, ya que en este rara vez se usan metáforas y su lenguaje es verdaderamente sencillo:

Labran la tierra.
No cantan ni las aves
al pie del monte.

Yosa Buson; traducción de Antonio Cabezas.

Es normal que Tablada no cambiara del todo el lenguaje figurado heredado del modernismo; la tradición pesaba en un hombre como él y un haikú libre de adornos habría provocado un desconcierto mayor del que causó.
A pesar de ello, logró crear estampas bellísimas, cuadros vívidos e inaugurar un género en la poesía en lengua española.
Muchos serían sus continuadores, aunque en su mayoría, solo lograrían imitar servilmente al maestro.
También catapultó el interés por los estudios de literatura japonesa en alguien como Octavio Paz; lo animaría traducir haikús japoneses y escribir algunos propios.
En su momento, un día.. pasaría sin mucho escándalo en el mundo de las letras… el tiempo lo convertiría en un libro que transformaría la poesía moderna.

¿Quién imaginaría algo así de un libro que en 104 paginas presenta tan solo “pequeños poemas”?










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