Reseña
de “Un día (poemas sintéticos)”
Un
día… (Poemas sintéticos); autor, José Juan Tablada; Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes, 2008; 104 paginas; edición facsimilar.
Hay libros que marcan el inicio de una era en la
literatura de alguna lengua o de un país. Estamos ante uno de estos libros;
José Juan Tablada publicó en Caracas en 1919 el libro Un día (poemas sintéticos) que lo convertirían en el introductor de
uno de los géneros poéticos japoneses más famosos: el haikú
Tablada tenía un estilo ya consolidado antes de
incursionar en el terreno del haikú. Un buen día (en una publicación sobre
poetas jóvenes) recibió una crítica que resultaría decisiva en su camino: su
poesía era muy retórica.
El principio del siglo XX era tiempo de renovación poética;
las vanguardias estaban haciendo lo suyo y varias corrientes buscaron
experimentar nuevos caminos. Algunos poetas modernistas y vanguardistas estaban
acercándose al oriente en busca de nuevas formas; Japón había abierto sus
fronteras recientemente buscando reformar todo su sistema nacional y con ello,
el intercambio cultural iniciaría. Los poetas japoneses (que buscaban renovar
su poesía) quedaron sorprendidos de la variedad poética occidental y los poetas
de occidente quedaron encantados con la concisión y sencillez de la poesía
japonesa.
Tablada mismo quedó prendado de esa sencillez, y
aunado a su propia forma de ser, puesto que era dado a la contemplación de la
naturaleza, coleccionaba insectos y practicaba la pintura, fue encaminándose a
la práctica de esa nueva forma, tan corta y extraña para los occidentales; esa
forma que se reduce a una estampa de un instante y que Matsuo Bashoo describiría
como “haikú es simplemente lo que está sucediendo en este lugar, en este
momento”.
¿Qué mejor forma de combatir la retórica que un género
que se reducía a tres versos con una medida de 5-7-5?
La edición de Un
día, venía acompañada de ilustraciones del propio Tablada; no denominó a
sus pequeños poemas como haikú si no como “poemas sintéticos” en una especie de
advertencia sobre que la verborrea había sido desterrada.
200 ejemplares vieron la luz en aquél 1919. Tablada no
se ciñó a la métrica tradicional del haikú, pero si conservó los tres versos
clásicos e incluyó una novedad: la rima asonante del primer con el tercer
verso.
El libro está dividido en cuatro secciones: la mañana,
la tarde, el crepúsculo y la noche.
Arte
con tu áureo alfiler
Las
mariposas del instante
Quise
clavar en el papel;
En
breve verso hacer lucir,
Como
en la gota de rocío,
Todas
las rosas del jardín;
A
la planta y el árbol
Guardar
en estas páginas
Como
las flores del herbario…
Así resumía Tablada su intención en este prólogo
poético.
Y tal como empieza el día, primero la mañana; los
poemas (al contrario del haikú japonés) tienen un titulo que resulta como una
especie de respuesta a una adivinanza:
La pajarera
Distintos cantos a la vez;
La pajarera musical
Es una torre de babel
Curiosa la metáfora bíblica para expresar el distinto
canto de las aves, pero que a un lector familiarizado con la Biblia le traerá
un sinfín de sensaciones e imágenes.
Las abejas
Sin cesar gotea
Miel el colmenar;
Cada gota es una abeja…
La sensación de metamorfosis visual es increíble: una
gotita de miel, de pronto, se convierte en una abeja que hace tssss…
El bambú
Cohete de larga vara
El bambú apenas sube se doblega
En lluvia de menudas esmeraldas.
La capacidad visual de Tablada se muestra en este
haikú: cohete lleno de menudas esmeraldas, bambú mojado por la lluvia. ¡Qué
maravilloso contraste el del verde bambú con las gotas cristalinas!
El caballo del diablo
Caballo del diablo:
Clavo de vidrio
Con alas de talco
Este haikú es curioso por que trae a la mente una
anécdota protagonizada por Bashoo:
Cierto
día Bashoo y Kikaku iban andando por los campos, y se quedaron mirando a las
libélulas que revoloteaban por el aire. El discípulo compuso en ese momento un
haikú:
¡Libélulas
rojas!
Quítales
las alas
Y
serán vainas de pimienta.
A
esto objetó el maestro: “No. De ese modo has matado a la libélula. Di más bien:
¡Vainas
de pimienta!
Añádeles
alas
y
serán libélulas”
Historia
del Haikú, Fernando Rodríguez Izquierdo.
Con todo, según Seiko Ota (estudiosa japonesa del
haikú tabladiano), el mejor haikú de nuestro autor y el que más se acerca a la
naturaleza del mismo es el siguiente:
Los
sapos
Trozos
de barro,
Por
la senda en penumbra
Saltan
los sapos
La mejor técnica pictórica de Tablada se ve reflejada
aquí. El barro cobra vida en los sapos y salta... y es en este haikú donde
Tablada hace uso de un lenguaje más simple.
Tablada deseaba combatir la retórica por medio del
haikú; sin embargo, el uso del lenguaje figurado lo alejó de la esencia
japonesa del haikú, ya que en este rara vez se usan metáforas y su lenguaje es
verdaderamente sencillo:
Labran
la tierra.
No
cantan ni las aves
al
pie del monte.
Yosa Buson; traducción de Antonio Cabezas.
Es normal que Tablada no cambiara del todo el lenguaje
figurado heredado del modernismo; la tradición pesaba en un hombre como él y un
haikú libre de adornos habría provocado un desconcierto mayor del que causó.
A pesar de ello, logró crear estampas bellísimas,
cuadros vívidos e inaugurar un género en la poesía en lengua española.
Muchos serían sus continuadores, aunque en su mayoría,
solo lograrían imitar servilmente al maestro.
También catapultó el interés por los estudios de
literatura japonesa en alguien como Octavio Paz; lo animaría traducir haikús
japoneses y escribir algunos propios.
En su momento, un
día.. pasaría sin mucho escándalo en el mundo de las letras… el tiempo lo
convertiría en un libro que transformaría la poesía moderna.
¿Quién imaginaría algo así de un libro que en 104
paginas presenta tan solo “pequeños poemas”?
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