Reseña
del poemario “Cincuenta poemas del amor furtivo”.
Cincuenta poemas del amor furtivo; autor, Bilhana;
traducción de Óscar Pujol; Ediciones Hiperión, 2007; 148 páginas.
Cincuenta escalones
forman el camino que lleva al cadalso. El poeta de Cachemira, Bilhana, deberá
cruzarlo. Ha sido condenado a muerte por vivir un intenso amor con su alumna e
hija del Rey que lo ha contratado para prepararla en el arte poético.
La princesa, desde muy
pequeña, dio muestras de talento poético en sus juegos: la pequeña necesitaba
formación.
Después de anunciarse
la presencia de Bilhana en la corte del Rey y ver una demostración, vio que el
poeta era el candidato perfecto para ser el preceptor de su hija.
Las clases comenzaron y
el erotismo (que formaba parte de las lecciones) fue envolviéndolos.
La relación
maestro-alumna sufrió una transformación, transformación que se vería reflejada
en uno de los poemarios mas famosos de la India medieval: Caurapañcāśikā (su
titulo en sánscrito) o Cincuenta poemas del amor furtivo.
Cada
poema consta de un cuarteto; en cada poema se narra algún episodio del amor
entre el poeta y su amada.
Un
amor que no pudo mantenerse en secreto y que llegó a oídos del rey; este,
furibundo, condenó a nuestro poeta a morir. De nada sirvieron los ruegos y
lamentos de la princesa.
Bilhana
tenía que subir al cadalso por medio de los escalones. Lo que ocurrió llenó de
asombro a los que miraban la ejecución: el poeta cantó un cuarteto por cada
escalón.
Aun hoy se
atormenta mi mente
al recordar cómo
los soldados del
rey,
semejantes a los
mensajeros
del dios de la
muerte,
me sacaron de su
dormitorio
con sus brazos
temibles,
imposibles de
zafar.
Y no podría
explicar
lo que no hizo
ella
por defenderme
de mil maneras.
El
recorrido poético se había iniciado: remembranzas de gran amor, de sexo
apasionado, de momentos de discusión o de expresión de sentimientos se
desenvolvían con cada subida de escalón.
La
muerte, tan esperada, no llegó: el rey, conmovido ante la sinceridad de los
sentimientos del poeta y la belleza de los poemas, perdonó su vida y le
concedió la mano de su hija.
Esa
es la leyenda que cuenta el origen de estos poemas, considerados por algunos
como el Cantar de los Cantares de la India.
La
literatura en lengua sánscrita ha sido poco traducida al español. La traducción
que aquí reseño fue hecha por Óscar Pujol. La edición es de la editorial
Hiperión, en su colección de poesía.
Traducir
del sánscrito entraña enormes dificultades: es una lengua aglutinante que se
presta a la ambigüedad. También son pocos los especialistas en esta lengua en
el mundo hispánico.
Eso
ya le da un enorme mérito a esta traducción. Sin embargo, traducir el tono
poético es un reto adicional que el traductor no ha logrado encarar
adecuadamente.
Se
dice que para traducir poesía se requiere ser poeta; esta premisa en parte es
cierta. Me atrevo a complementarla con algo más: se requiere sensibilidad
poética, aunque no se sea poeta de profesión.
A
Óscar Pujol le falta esto. Y para mostrarlo, usaré algunos ejemplos.
Los
amantes habían discutido; no se nos dice por qué:
Aún hoy
ronda por mi mente
la noche aquella en la que estornudé
y la enojada princesa
se abstuvo de pronunciar
el “Jesús” propiciatorio.
Y recuerdo todavía cómo
silenciosa
se colocó en su oreja
el pendiente de oro.
En
la nota al poema, el traductor nos menciona que desear salud era una forma de
atenuar los malos augurios. La formula “jesús propiciatorio” desentona con el
tono poético que debería tener la traducción. Lo mismo sucede en la elección
del vocabulario en “se abstuvo de pronunciar”
Pero
la falta de sensibilidad se hace mas patente en uno de los poemas más eróticos
del poemario, traducido así por Pujol:
Aun hoy recuerdo
a mi querida
durante la
ejecución
del coito
invertido.
El esfuerzo del
vaivén
cubría su cara
con racimos de
perlas,
gotas claras y
gordas de sudor,
y el pendiente
de oro
rozaba su
mejilla.
La
“ejecución del coito invertido” se lee mas como un parte médico que como verso
erótico. Y en el resto del poema, la gran falla es la elección del vocabulario.
Un
claro contraste es la traducción de este mismo poema hecha por Octavio Paz
(aunque no directamente del sánscrito, si no del francés) donde la sensibilidad
poética crea un poema en español armonioso:
Arriba y abajo
Todavía hoy recuerdo sus aretes de oro,
círculos de fulgores, rozando sus mejillas
-!era tanto su ardor al cambiar posiciones!-
mientras que su meneo, rítmico en el comienzo,
al galope después, en perlas convertía
las gotas de sudor que su piel constelaban.
Bilhana
En ambos casos, los traductores tienen
que recrear en español una idea que está expresada de forma muy sintética en el
sánscrito original.
A pesar de la tosquedad
general de la versión, se vislumbra la belleza de las palabras de Bilhana y de
las preciosas escenas y hasta sus aromas:
Para ejemplo, este poema:
Aún
hoy la recuerdo
echada
sobre la cama.
Exhala
el perfume
que
resulta al mezclar
la
fragancia del almizcle
con
el suave ungüento de sándalo,
y
cierra sus lindos ojos
mientras
nuestros labios se besan
al
igual que se juntan las pestañas.
Junto con Bilhana y su amada, podemos
cerrar nuestros ojos también y sentir ese beso lleno del aroma del almizcle.
Unas ultimas palabras: esta versión
sirve como impulso para que otros acometan en el futuro nuevas traducciones con
aliento poético y otros poetas en lengua sánscrita sean acercados a los
lectores.
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